lunes, 4 de mayo de 2009

Cascarrabias

No puede ser él, ni tampoco su gemelo. Entre otras razones porque les hablo de quien tendría un siglo largo de vida. Y este, con quien me cruzo hoy, no creo que alcance… los noventa. Pero se parecen como dos gotas de vino. Es bajito, con andar de arrastrapies, muy corto el paso y apoyando cada uno de estos en un bastón cuyo puño puede ser de plata. Cada pocos pasos hace una paradita, creo que más que por necesidad o cansancio, por echar un vistazo a su alrededor y no perderse detalle de todo lo que le rodea. Usa bigotillo descuidado y gesto gruñón. Por casualidad entra en la misma tienda que yo y sin venir mucho a cuento despotrica, en voz alta y sin dirigirse a nadie, de todo lo divino y lo humano de esta época en que sabe que camina cada más veloz hacia el Jardín. Se enfada, aunque parece siempre enfadado, porque no hay algo que pide, algo que tal vez se dejó de fabricar en tiempos de Isabel segunda. Se va mascullando improperios, arrastrando los pies, ya lo he dicho, no sin antes describir una circunferencia con su mirada, parándose en cada uno de los rostros de los que estamos allí, no sé si para grabarlos en su memoria y dedicarnos unos minutos de vudú a cada uno cuando llegue a su casa o para hacernos responsables de cualquier inconveniente que le pueda surgir en su ajetreada vida. Vuelve a murmurar sin que se le entienda gran cosa, contra todo lo que se mueve y sobre el universo que permanece inmóvil.

Como se aprende más oyendo que hablando, pego la oreja y en cuanto se marcha, alguien comenta que es el viejo más deslenguado del pueblo. Tiene una biografía simple en cuanto a trayectoria vital, pero variadísima en cuanto a anécdotas de enredador y cascarrabias. Algún padre o hermano de muchacha, o esta misma, se le ha tenido que plantar a decirle cuatro cosas, porque cuando ve a una de alguna de nuestras chicas de hoy, ombliguera, faldicorta, escotada y con piercings, les dirige venablos verbales, no como viejo verde sino como defensor de una moralidad propia de los años cincuenta. Que si van como fulanas, que ya se podía tapar el elástico que asoma por sobre los vaqueros, que si una mujer decente no tiene por qué mostrar el canalillo y cosas así. Si fuera viuda, es viudo, me la imagino de negro permanente y sustituyendo el bastón por un paraguas, también negro, como la doña Urraca de los tebeos de mi infancia.

Vive solo, no sé si lo he dicho. Echa casi a patadas a cualquier miembro de los servicios sociales que intente traspasar su umbral, alegando que su casa está limpia como una patena, y consta que es verdad, y que se hace sus tres comidas calientes al día. Y es cierto que lo he visto en el súper, remirando y manoseando una a una todas las bandejas de filetes de pechuga de pollo o los sobres de embutidos loncheados, menos mal que están convenientemente sellados y cerrados, hasta encontrar lo que más le gusta. Lo menos malo, creo que diría él que no debe dar nada como bueno. Luego en la frutería hace un pedido que le llevan a su casa porque desde luego no está para cargar con patatas o naranjas durante un trayecto superior al metro y medio. Compra solo pescado congelado porque oyó decir una vez que el pescado fresco incluye como conservante el pis de los marineros.

Toda su vida transcurre entre las labores del hogar, en las que se hizo perito durante la larga enfermedad de su esposa y en innumerables y cortos paseos que se da con cualquier excusa, esto sí lo he dicho, grabando en su retina todo lo que ocurre y a todo el que se le cruza. Con la luz del día, lo más fácil es cruzárselo por la calle y para mí, que debe acostarse casi con luz del día, pues madrugador también lo es, que lo he visto y he sentido el toc toc de su bastón a temprana hora.

Pero. No es de él de quien me proponía hablar, sino de ese supuesto gemelo, que no fue tal al que conocí, ay, hace ya muchos, muchos años. Otro día será.

6 comentarios:

Manué dijo...

Ese cascarrabia era en tiempos, un mozo alegre que le gustaba lo que hoy le gusta a los jóvenes, bajo formas distintas, y sobre todo más tocadas de ropaje.

Salud.

Marinel dijo...

Pues pretendiendo hablar del otro,nos has descrito a este cascarrabias solitario y eficiente,malhumorado e impresionado por la evolución malévola del tiempo y sus habitantes.
Y lo has hecho como siempre (y yo que soy muy plasta) como siempre te digo que me parece estar viendo a ese viejito gruñón, parado en mitad de cualquier calle,observando la perdición del mundo,mientras se dirige a husmear entre los artículos del súper,para elegir bien.
Buen relato,amigo Pedro.
Como siempre! jajaja (qué pesadilla soy)
Besos mil.

Pedro GPinto (Pedro Giraldo) dijo...

Manolo, amigo, ¿no me estarás hablando de los tiempos en que los varones desocupados se plantaban cerca de ls esquinas donde los vientos removían las largas faldas y dejaban ver los tobillos de las señoras?

Marinel, chiquilla, la próxima vez que digas eso de que eres una plasta o una pesadita, te pondré como castigo escribir diez veces -no vale 'copiar y pegar- "soy una chica jovial y buena gente, cuyos comentarios hacen feliz al viejo Giraldo".

Besos mil uno.

Cinta dijo...

¿Crees que el cascarrabias nace o se hace?
Leo tu relato y pienso que tal vez las circunstancias de la vida hicieron a este señor ser así. Pero rapidamente viene a mi mente un señor bastante mayor, ya roza los ochenta, que ha tenido la mala suerte de perder a un hijo, tras una penosa enfermedad, y a su mujer en un mismo año. Vive solo, aunque su familia lo visita diariamente y se preocupa por él.
Te aseguro que es la alegría personificada, cualquier cosa es motivo de contento para este señor, no para de hablar bien de sus hijas, sus nietos,sus nueras...
Podría ser todo lo contrarío, renegar de esta perra vida (o muerte) que se ha llevado a su mujer y su hijo, pero ha optado por estar contento de tener al resto de su familia.
Saludos.

CharlyChip dijo...

Sinceramente no se que decir del especimen cascarrabias... He cavilado varios dias sobre el tema, sobre que decir al respecto y al fin me quedo con las palabras que hoy te dejo.

He disfrutado como siempre de tu descripción, eso si y me quedo con la asignatura pendiente del gemelo. Espero que un día nos cuentes la historia.

Pedro GPinto (Pedro Giraldo) dijo...

Va mucho Cinta, en lo que la vida te ha ido dejando como sedimento en el fondo del alma. Pero no cabe duda que también cuenta la forma de ser de cada uno, del genio, de la administración del mismo y tantas vecs, lo que es muy literario, a estos tipos a veces les das con la vena sensible y descubres que tal vez son corazones de oro bajo su aspecto de erizo.

Charly, amigo, te prometo, y a todos, que cualquier tarde de estas me pongo a contaros la historia de aquel hombre al que conocí allá por los sesenta. ¡Y también era una perla!...

Besos para todos.