jueves, 12 de marzo de 2009

Despilfarros

Cuántas veces pasamos por una esquina y no tomamos esa calle que nos ve pasar un día tras otro. Decidimos una vez doblar esa esquina y nos sorprende en la calle ignorada la sonrisa de un niño asomado a su puerta o un gato encaramado a una tapia que nos mira con desdén. En un estante olvidado de la biblioteca puede un libro pasar años y cuando nos decidimos inopinadamente a leerlo, resulta que en él nos esperaban personajes o reflexiones que nos hacen soñar. Qué decir de ese bar cuya puerta nunca cruzamos y por cualquier motivo, entramos un día y nos encontramos con un café delicioso o, lo que es mejor, alguien que te atiende con cortesía y una sonrisa. Es como si el mundo fuera el inmenso pasillo de un hotel con innumerables puertas y nunca sabemos lo que nos podría deparar la fortuna porque elegimos una, pero la felicidad o la ruina podría estar acechando detrás de otras.

Los domingos, los periódicos contienen en su interior un cuadernillo de color salmón, doce o treinta páginas que suelo depositar en el primer contenedor de reciclaje que encuentro. Suelen hablar de economía en términos que considero que no me interesan. Hace tiempo que las páginas de bolsa, de empleo, de inmobiliarias no me dicen nada, por lo que prefiero no cargar con un peso inútil. Pero este pasado domingo, no sé por qué llegó hasta mi casa dentro de las páginas que sí leo, que tampoco son muchas. Bien, puedo utilizarlo como fondo del cubo de basura por si tiene que empapar algo que vaya húmedo. Pero me asalta un titular que hace que no me desprenda de él sin leerlo.

Más o menos viene a decir que la subida del precio del arroz está ya golpeando duramente en la economía de los más pobres del planeta. Sigo leyendo y me conmueve saber que el arroz forma la base casi unívoca de la alimentación de 2.500 millones, sí, dos mil quinientos millones de habitantes de este mundo nuestro que hace tanto tiempo que da vueltas alrededor del sol. Que por ejemplo en China, Zhu Yinian, que a sus más de setenta años sigue trabajando para poder comer, le resulta muy difícil afrontar su alimentación de cada día. ¿Saben cuánto ha subido para él el jin, el medio kilo que habitualmente compra? Pues un 50%. ¿Saben cuántas pesetas son ese dinero? Se lo digo en pesetas para luego traducirlo a euros: de quince a veinte pesetas. Es decir de 10 a 12 céntimos de euro. Esa monedita brillante y pequeña, más la otra, más pequeña aún, sucia y oscura que tantas veces preferimos olvidar o no nos molestamos en agacharnos para cogerla del suelo.

Ahora los cabeza de huevo que dirigen la economía mundial hablan de tiempos de recesión, de crisis horrible, hace meses aprendimos qué eran las hipotecas sub-prime, sabemos que nuestros coches utilizan un combustible cada vez más escaso y un billete de cincuenta, no digamos uno de veinte, una vez cambiado, se deshace en poco tiempo como un puñado de arena entre los dedos de un niño. Los jóvenes de hoy sonríen cuando les contamos que de pequeños comprábamos una entrada de cine por una peseta –un céntimo y medio de euro- o que un café valía en los años sesenta, cinco céntimos de euro. En los kioscos vendían cigarrillos sueltos a medio céntimo de euro, el famoso celta sin boquilla, con el que la mitad de mi generación se inició en el fumeque.

Pero todo esto es pura idiotez comparado con el drama del viejo Zhu, que en pleno siglo XXI, tiene serios problemas para poder llevarse a la mesa su triste cuenco de arroz hervido. No me hablen de demagogia. Pero cada vez que ahora se caen unos pocos granos al ponerlos en la cazuela me acuerdo de él, sin haber visto nunca su rostro.

Cuando alegremente (¿?), o mejor de muy hortera modo, se tira arroz a los novios… pienso que ya hay familias aquí, en la Pieldetoro que nos encierra a todos, aunque hay algunos que quisieran romperla, que tal vez se agacharan para recoger ese arroz y llevarlo a su casa. Es posible también que ya haya quienes compran arroz partido de desecho, de alimento de pájaros, porque es más barato.

5 comentarios:

Marinel dijo...

No tienes desperdicio...me vas a hacer sentirme mal cuando haga la paella...ufff,prometo intentar no tirar ni un granito...
Todo eso que acabo de decir, es para romper el hielo.Ese que se me forma en el corazón cuando escucho y sé de estas cosas.Y la verdad es que en casa deben tener razón, y puede que sea masoquista,porque me gusta ver esos programas que hablan de "otros mundos" donde la opulencia o por lo menos el buen vivir,es algo desconocido...y claro, se me escapan lagrimillas de sufrimiento y una rabia atroz me consume...
¿Qué hacer? ¿cómo solucionarles la papeleta difícil con la que lidian cada día?
Sé que mucho podría hacerse por aquellos que solo viven del arroz y por estos que puede que un día tengan que recogerlo del suelo...
Sólo espero que haya alguien capaz de cambiar las cosas algún día...
Perdóname,que me paso cien pueblos...
Besos.

Anónimo dijo...

Este si que lo había leido, pero no recuerdo en cual de tus "esquinas". Lo que me recuerda un post publicado en otra esquina. Hablabas de esas mujeres que salen a caminar y ponerse un poco en forma, prometiste una continuación sobre hombres. No nos hagas esperar mucho, porfa.

Pedro GPinto (Pedro Giraldo) dijo...

Preguntas, Marinel, "..¿Qué hacer? ¿cómo solucionarles la papeleta difícil con la que lidian cada día?." Difícil pregunta para la que hallé en su momento una respuesta, que tal vez solo sirva para acallar la mala conciencia: Como no puedo solucionar 'toda' la desgracia del mundo, intento cada día al menos, poner una gota de bálsamo en la enorme herida de la injusticia. Poner algo, desde el mínimo valor de una sonrisa, allí donde hay pena o miseria.

Y Cinta, sobrina, has cantado línea y casi bingo. Ya estaba dándole vueltas a la idea que me suscitó un personaje, un varón, con el que crucé unas palabras ayer o antier en el 'Paseo del Cooesterol'. Una vez madura, el ponerlo por escrito es coser y cantar. Ya mismo.

CharlyChip dijo...

Algo tan pequeño como un grano de arroz, tal vez partido, encierra cual chip biológico de ADN, más verdad sobre la naturaleza humana en el cuaderno de ruta de sus viajes que cien conferencias o prédicas de político o cura de boca llena...

Entre luces y sombras se pierden, en los mil dias de naturaleza muerta vestida de flores y palabras tristes, las cruentas batallas de la conciencia de la naturaleza humana.

Un abrazo

Anónimo dijo...

En estos tiempos de crisis furibunda hemos vuelto a la España de los comedores sociales abarrotados, así que la proliferación de "zhus yinians" españoles es un hecho, un puñetazo directo a nuestra conciencia.