miércoles, 30 de enero de 2008

Viajes (I)

Hubo una época en que se hizo famosa la frase ‘Lea usted más los periódicos-que estaban totalmente domesticados- y viaje usted menos. Tiempos de oscurantismo, en que era mejor si se vivía en Huelva, no saber cómo eran las carreteras riojanas y si se era gallego, mejor no conocer el camino de Jaén a Cuenca. Viajar fuera del terruño era conocer otros ambientes, otros horizontes, otras costumbres e, inevitablemente se iban a producir comparaciones. Eso tenía su peligro. Mucho mejor frecuentar el Nodo, oir la radio de noticiero único y oficial, leer el periódico de la provincia, y si se leía uno de la Capital, del famoso kilómetro cero, ya este venía retocado y maquillado para llegar al extrarradio de la piel de toro.

Simplemente cruzar el Guadiana en barcaza o traspasar el Pirineo exigía pasaporte, este no era demasiado fácil de obtener y se convertía en objeto de chantaje, pues si alguien alzaba un poco la voz, si orinaba algunas gotas fuera del tiesto, una de las primeras consecuencias era la retirada del pasaporte. Quizás mi primer pasaporte solo albergaba unos sellos de Vila de Santo Antonio y Ayamonte, de Elvas y Badajoz y no sé si el famoso de Port-Bou. Y caducaba y ahí se quedaba con sus cuatro o seis estampillas como recuerdo.

Hoy habría que cambiar aquella frase por justo su contraria: ‘Viaje usted todo lo que pueda', y además lea e instrúyase antes y después sobre el sitio al que va a ir; en caso de hacerlo a algún país exótico o simplemente algo más lejano de lo habitual, profundice lo más posible en su forma de vida, no se conforme con hacerse unas pocas fotos y reflexione de vez en cuando que hay mundos distintos del nuestro. E intente comprender a ese prójimo, tan próximo, en la era en que no hay distancias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedro,¿no escribes más?...Me gustaría leerte de vez en cuando...
¿Dónde está el Giraldo?