sábado, 17 de mayo de 2008

Beligerancia

Cuando me lo encuentro, como acto reflejo me exprimo las meninges para encontrar un tema trivial sobre el que charlar un rato. No es tan fácil. Ni le gusta el fútbol, ni es aficionado al cine o a la música. Antes, con hijos en edad escolar, yo procuraba encauzar por esos terrenos pedagógicos nuestra conversa, intentando soslayar de paso los puntos que ya sabía que podrían tener efecto gatillo y que comenzara a disparar sus diatribas.

Es, por decirlo de forma que lo entendamos todos, un hincha de la política. Otro cualquiera aprovecha cualquier alcayata verbal para colgar de ahí su entusiasmo por el Real Madrid, elogiar a su ‘Beti güeno’ o largarte sus proezas para la gloria de su equipo de barrio. Él no. Él le puedes estar hablando de un ejercicio buenísimo para las cervicales ante la pantallita, del trino del ruiseñor en celo, que más pronto que tarde algo le inducirá a ametrallar verbalmente al partido político al que no puede ni ver. Porque lo gracioso del caso, si es que tiene maldita la gracia, es que antes, en el reducido abanico de opciones políticas, se confesaba orgulloso de profesar su fe en uno de los partidos minoritarios. El líder del mismo, era su líder, y la palabra de éste el santo evangelio que profesaba con unción.

Pero el ángulo se ha ido estrechando y, dado que donde vive ya solo quedan las dos opciones mayoritarias, no es que se haya hecho devoto del color de su preferencia, no; es que ha jurado odio cartaginés al enemigo de enfrente y sus ojos se desorbitan, su frente se convierte en un laberinto de arrugas, las comisuras de sus labios se impregnan de salivilla espesa y su lengua hiere como el rayo jupiterino a todo lo que se mueva al otro lado de la trinchera. Si es contra el alcalde, es un memo, un fatuo, un inútil y un arrebatacapas. Si es contra la administración autonómica son una recua de desalmados, expoliadores, nepotistas, ineptos, usurpadores de la voluntad del pueblo y Alí Baba y su cuadrilla son una legión de arcángeles, comparados con los tales. Como en Madrid también se da la alternancia a veces, si el político que vive en el palacio monclovita no es el suyo, oiga ‘¡el suyo!’, como si fuera su hijo, su padre, o su hermano, es un lelo, un arrogante, un hombre de paja de no se sabe cuáles poderes ocultos lo manejan como a un títere, para lograr sus inconfesables intereses.

Hacía algún tiempo que no nos encontrábamos. Concretamente desde hace más de un año. Tras las efusividades de una amistad que prevalece sobre el tiempo y la distancia, tras las preguntas sobre salud familiar y semejantes lugares comunes, yo andaba eligiendo terreno para una conversación sin que se crispara cuando de buenas a primeras me asalta con la pregunta, ‘¿Has leído lo que dice el periódico Tal sobre cual tema?’ Me encuentra con la guardia baja. No le imaginaba leyendo ese periódico que milita en el bando opuesto al de sus amores. Opto por el método rabínico y le contesto con otra pregunta, ‘¿Pero desde cuándo eres aficionado al periódico Tal?’. ‘No, si yo no soporto lo que dicen, pero lo compro casi todos los días para estar informado de los bulos que inventan, de las mentiras que quieren hacernos tragar, de las ignominias que fabulan contra nosotros’. Casi le digo que no me meta en ese ‘nosotros’, que yo no soy ni de los míos, porque milito en la frontera y suelo recibir arcabuzazos de ambos lados. Pero me callo.

A continuación me dice pe por pa, todo lo que larga la emisora enemiga, donde todos están vendidos al diablo, donde no se escuchan más que sandeces, desde donde pretenden que los gobiernos hagan la política que ellos sueñan. No le voy a decir que no oiga esa emisora porque cualquier día le va a dar el telele, pero sé que me va a contestar con el mismo argumento, que tiene que estar informado de lo que se cuece en la cocina odiada, que tiene que conocer sus artimañas para no dejarse engañar y todo por ese estilo.

He intentado cambiar de conversación un par de veces, pero ignora mis sugerencias y sigue, erre que erre, dándome la brasa por lo que tengo que acudir a breves ausencias espirituales para poder aislarme algunos segundos cada equis minutos de sus proclamas incendiarias.

Es un tipo de mediana edad, de posición económica desahogada, tiene a sus dos hijos encarrilados en la vida laboral y estudiantil respectivamente, su mujer no le da mayores sofocones, ni es exigente ni gastadora, cocina bien y es amable. Este hombre podría ser feliz, solo si se limitara a leer el periódico que concuerda con sus ideas, si utilizara la radio para reafirmarse en sus principios, si se permitiera disfrutar con las alegrías que le puedan proporcionar sus políticos favoritos. Pero no. Él ha elegido el camino de la beligerancia, de la guerrilla permanente, de tener siempre su granada verbal con la espoleta a punto.

Decididamente en este mundo estamos todos locos, unos –yo entre ellos- más que otros, pero lo de este amigo roza con el grito de guerra de los cosacos más sanguinarios. El cielo le conceda el sosiego algún día.

1 comentario:

Lister dijo...

Siempre que leo tus escrito acabo escribiendo con una sonrisa de oreja a oreja, que cosas jejeje, perdona pero aunque es una chorrada escribo la risa, es que no me aguanto, te visualizo amigo y es que me veo a mi con algun familiar o conocidos(Clavaditos al que tu comentas), suelo utilizar tu tecnica de bypasear el sentido del oido y que entren los fonemas por una oreja, y salgan por la otra.
Otra tecnica es la de dar una larga cambiada y salir por peteneras, entonces te miran percatandose de que no te interesan sus disquisiciones en absoluto, es otra tecnica y funciona bien en algunos.
Otros son recalcitrantes e inasequibles y vuelven con el mitin, cuando ya sobrepasa mi paciencia, ese ya no me vuelve a venir con mas milongas, queda vacunado para siempre.
Me falta tu veterania y tu paciencia maestro, pero voy aprendiendo...

Un abrazo del padre mochuelo.

PD. Te vuelven a salir signos de castigo por no utilizar la herramienta de Guillermo Puertas.